sábado, 6 de abril de 2013

Saciedad.

Buenas tardes queridos lectores! Estamos en la recta final de este grandioso curso y por ahora esperemos que os hayamos servido de ayuda. La verdad que nuestras notas hasta ahora no han sido del todo favorables, por lo tanto haremos un gran esfuerzo porque os guste la información.

Bueno pues para no empezar dejando atrás nuestro tema principal del blog, empezamos hablando sobre por qué todo lo que nos gusta engorda. 

Resulta curioso comprobar cómo el azúcar agrada al bebé casi desde su nacimiento y cómo empieza a succionar con más entusiasmo si le endulzamos un poquito el biberón. En cambio, cuando le ofrecemos un sabor amargo, la mueca de desprecio no se hace esperar. A pesar de ello, hay que evitar que los bebés ingieran alimentos azucarados. Y lo mismo va a ocurrir en la edad adulta: nuestro paladar no siempre va a coincidir con las comidas más saludables. Además de provocar sobrepeso, los alimentos excesivamente calóricos originan consecuencias graves en la salud. A medida que aumentan los productos calóricos en la dieta, van disminuyendo aquéllos otros más nutritivos y bajos en grasas y calorías.

En el gusto confluyen varios factores, desde la genética hasta las costumbres culturales y las experiencias más o menos agradables en el estreno de sabores. Cuando el paladar se habitúa a un sabor dulce, se tiende a ingerir a menudo galletas, bollería, pan, caramelos... La mente suele asociar el sabor dulce con el placer, debido a que es el primer sabor que experimentamos tras el nacimiento
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Y RECORDAR, ¡ NO COMÁIS CHUCHES QUE SE OS PICAN LAS MUELAS !